El destete de Maia: La historia de una madre desesperada.

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Mi meta era amamantar a mi hija mayor, Maia, exclusivamente durante sus 6 primeros meses, una historia que tengo que contar con otro artículo, pero el destete, ¡ay el destete!, esa fue una prueba.

Trece meses habían pasado amamantando a mi primogénita, ya cuando me descuidaba me sacaba ella misma la teta y se pegaba, literal, la sacaba. Donde quiera que estuviese sé la daba, autobús, centro comercial, delante de quien sea, era mi forma inconsciente de tranquilizarla, de hacer que se estuviese bajo control cuando yo hacía o atendía otra cosa. Esto se volvió tan normal para mí que me auto llamaba ¨La teta pública¨, pero era una situación que comenzó a incomodarle a personas cercanas a mí, sobre todo los hombres, no entendían que con tanta naturalidad pusiera mis pechos al descubierto y desde sus posturas no era cómodo, así que empecé a pensarlo, hasta el punto de querer dejar de hacerlo, pero Maia no…

Lo primero que me sugirieron fue aloe o sábila, sábila en el pezón para cuando la niña se pegara desechara el seno por su nuevo sabor, pues así lo hice, hasta grabé ese día, su expresión fue un poema, pero un poema amargo, y sorpresa para mí no se despegó, sino que siguió insistiendo hasta quitarle aquel extraño gusto y encontrar el deseado y seguir disfrutando de su teta como siempre. Entonces mi cara de decepción, ¡sábila, descartada!

La siguiente sugerencia dejarla donde la abuela por 15 días, la más dolorosa de las opciones, recuerdo en el camino a casa después que me repetían ¨recuerda no pegarla que ya no se acuerda de teta¨, ya habían pasado aquellos quince largos días sin mi bebé, me abraza, lloraba y volvió a buscar su refugio, como que nunca nos separamos y yo eché todo ese sacrificio por la borda, porque en ese momento no tenía ni el deseo ni la fuerza emocional suficiente para negársela.

Maia es decidida, no es fácil decirle que no y eso lo trajo con ella desde que nació, así que todas mis formas de destetarla eran en vano.

Con el paso de los meses comencé a frustrarme y a sentir una especie de repulsión, disgusto, enojo cuando se me pegaba, y me siento horrible al confesarlo, no sé si soy la primera mamá que paso por esto, sentía mucha rabia, me preguntaba porque hay niños que se destetan tan fácil y la mía era imposible, encima toda la presión que me dejaba poner de las personas que me rodeaban.

Después de probar todo lo amargo y picante que existe para empapar mis pezones y alejarme de mi chiquita desde mi desesperación lo siguiente era buscar otras opciones en YouTube ¨Como destetar mi bebé¨ luego de varios vídeos con sugerencias que no me habían funcionado llegué a uno muy particular, donde la chica había pasado una osadía como yo, además tenía otro bebé más pequeño, empezó diciendo ¨ Es mi historia, lo que me funcionó a mí, no una recomendación¨ y yo repito lo mismo.

Pues en mi desesperación, decidí probar lo que le funcionó a ella, tomé varias bandas o curitas y tapé mis pezones, como un asterisco, los expertos hablan de no negarles jamás el pecho, lo tenía bien claro, así que, cuando me la pedía, sé la sacaba, pero ¡oh sorpresa!, no había pezón, y le decía ¨se acabó¨ se quedaba mirando el seno, luego a mí y nos abrazábamos, el segundo día repitió conmigo ¨Se acabó¨ y así por unos cinco días y esa fue una de sus primeras palabras, ¨se acabó¨.