Este tiempo en el que hemos estado en cuarentena ha traído muchas cosas, especialmente muchas emociones y oportunidades de cambios y mejoras. A muchos les ha brindado el tiempo y el espacio tan anhelado para poder compartir más con su familia, sin embargo, compartir y conectar no es precisamente lo mismo.
Compartir puede limitarse simplemente al uso de un mismo espacio, de una misma cosa, de una misma actividad, quizás intercambiar ideas, anécdotas y ciertos gestos o acciones. Por el otro lado, conectar implica adentrarse, conocer a una mayor profundidad, aprender, poder sacar algo útil de esa interacción, algo mucho más allá de simplemente “pasar el rato”. Lo ideal es que al compartir se sepa y pueda conectar también, de esa manera se estrechan y fortalecen los lazos, se crean relaciones más sanas, se genera más confianza, y se puede influir y ayudar al otro en lo que se necesite.
Como siempre, una herramienta o vía muy efectiva para lograr esto son las artes, ya que estas, entre muchas otras cosas, se prestan para crear ambientes más relajados y placenteros, lo cual ayuda a que las personas se sientan más cómodas y seguras, y por tanto se bajen las defensas y se esté más receptivo y dispuesto a aportar y participar. Esto permite que puedan y quieran acercarse cada vez más, física y emocionalmente, y se cree el momento y el espacio para irse conociendo cada vez más y mejor. Además, las artes ayudan a expresar ideas y emociones, ayudan a probar y descubrir talentos, a innovar, a explorar, a encontrar respuestas y soluciones.
El detalle más importante está en que todo en esta vida puede ser útil para hacer grandes cosas, pero todo depende de cómo se maneje, por lo que no importa tanto la herramienta que uses sino saberla usar adecuadamente.
Hay muchas actividades maravillosas para conectar a través del arte, pero lo más importante de todo es entender, tener claro y presente el objetivo de la actividad que realices, para poder llevarla adecuadamente y ser capaz de, al mismo tiempo, desarrollar tu creatividad y convertirte en una fuente ilimitada de actividades para conectar, y no depender de fuentes externas o tener que repetir siempre las mismas, sino poder idear opciones que vayan más acorde con lo que se busca o requiere en cada momento y con cada persona.
El objetivo es pasarla bien, que tanto tú como tu hijo/a se sientan cómodos, se sientan parte integral de la actividad, útiles y capaces, por lo que es fundamental que, independientemente de lo que hagan, no se establezcan instrucciones muy específicas o cerradas y se tenga mucha flexibilidad, de manera que se reduzca el margen de error, la posibilidad de sentir que se está haciendo mal, que no se sienta incapaz o amenazado/a, sino lo contrario, que aunque se presente alguna dificultad sepa que estás ahí con él/ella, brindándole seguridad con tu presencia y tranquilidad, haciéndole saber que puede hacerlo, que hay diferentes maneras de lograr un mismo resultado y que aún las cosas no resulten como se planearon originalmente, igual pueden pasarla bien, o incluso mejor de lo que esperaban, y sacarle provecho.
Los límites siempre son importantes y siempre deben estar presentes, pero no son necesarios los mismos y la misma cantidad de límites en una clase que a la hora de ver una película en familia, y el aprender a identificar la diferencia y saberlo ajustar al momento o actividad hace una gran diferencia.
Ya dicho todo esto y tomándolo en cuenta, algunas actividades que puedes hacer es bailar con él/ella, cargado (si es un bebé o un niño/a pequeño), agarrados de las manos o sin tener contacto físico (este ayuda a la conexión, pero es más importante medir cómo ambos se sienten más cómodos o qué es más conveniente en el momento), también pueden cantar, no tiene que ser una canción conocida, no tiene que hacer sentido lo que canten, ni siquiera tienen que cantar bien, el punto no es emitir juicios sino entrar en el mundo interior de él/ella y poder disfrutar de alguna manera lo que él/ella está disfrutando. Pueden producir música entre ustedes con materiales de la casa, uno canta y otro toca la percusión con la mesa o la pared o haciendo sonidos con la boca, etc. Pueden hacer actividades de exploración y estimulación, pueden recolectar materiales de la naturaleza y luego observarlos, sentirlos, usarlos en casa; pueden hacer masas con harina y sentirlas y jugar con estas; experimentar con pintura u otros materiales.
Puedes mezclar varios objetivos juntos sin las condiciones lo permiten, pueden hacer creaciones en la cocina, inventos, variaciones, permitiéndole a tu hijo/a dar ideas, ver, sentir, escuchar, oler los ingredientes, dar toques especiales. De este modo ambos están explorando y recibiendo estimulación, trabajando la creatividad, haciendo la comida, merienda o postre del día y disfrutando de un momento de calidad y conexión. (La cocina se puede considerar arte perfectamente mientras se le inyecte el toque personal y no se siga “robóticamente” una receta)
Recuerda, al final lo importante no es la actividad que hagas, es tener siempre claro y presente el objetivo y actuar en base a este, y para eso necesitas:
- Ser flexible
- Estar presente en cuerpo y mente
- Tener paciencia y serenidad
- Saber ajustar los límites
- Escuchar e identificar qué es lo que prefiere tu hijo/a
- Tener la intención de conocer respetuosamente el mundo interior de él/ella
- Estar dispuesto/a a aprender y desarrollar todas las habilidades anteriores
(Nota: Esto aplica para cualquier otro tipo de relación)