¿Por qué dos personas con iguales ingresos y estatus social pueden presentar diferencias abismales en su desempeño financiero? La respuesta fácil sería decir que una de ellas gasta más que la otra. Pero en realidad hay causas más profundas.
Desde hace años, diversos autores vienen recomendando que más que hacer presupuestos o planes de pago, la mayoría de las personas, en especial las compradoras compulsivas, deben empezar por aplicar un cambio en sus creencias más profundas sobre el dinero.
“La falta de dinero no es jamás un problema. La falta de dinero es un síntoma de lo que está sucediendo por debajo”, dice T. Harv Eker, en su libro Los secretos de la mente millonaria.
También Robert Kiyosaki, en El cuadrante de flujo de dinero, insta a los lectores a cambiar sus creencias y actitudes, siempre que estas estén arraigadas en una asumir de forma inconsciente de que el dineo en sí mismo es “el origen de todos los males”.
Desde el punto de vista psicológico, las compras compulsivas que generan unas finanzas decadentes pueden ser la manifestación de heridas psicológicas originadas en la niñez:
- No soy valiosa: La persona compra y gasta para demostrar su valía personal. Porque en su autoestima lesionada confunde el tener con el ser. Ropa cara, artículos costosos, son la forma en que cree ganar valor ante la sociedad. Se recomienda que estas personas pidan a sus seres queridos ayudarles a elaborar una lista de sus fortalezas y asumirlas como ciertas.
- No soy merecedora. Quienes creen esto por lo general no lo externan, pero regalan o donan todo su dinero, porque se sienten indignas o culpables por alguna razón que a veces no tiene nada de racional. Se les aconseja, reorganizar su diálogo interno y mejorar su relación consigo mismas. A veces es necesario aconsejarles que gasten más en cosas para ellas.
- No pertenezco: Pensamientos típicos de jóvenes y profesionales en ascenso, que usan el dinero como instrumento para llegar a formar parte de grupos o clases sociales distintas a las de sus orígenes. Viven de las apariencias y en esa carrera se gastan casi todo. El consejo es fortalecer el autoconcepto.
- No soy suficiente: Al igual que la anterior, es una creencia característica de quienes sufrieron muchas exigencias en su niñez, de quienes lucharon por ganarse el afecto de los adultos. Este tipo de personas da su dinero para agradar, porque considera que con su afecto no basta. Quienes sufren esta creencia precisan sanar su autoestima, repetir afirmaciones positivas sobre sí mismas y, como todas las anteriores, trascender los límites que nos impone nuestra propia mente.