Manuela Díez
Nació el 26 de junio 1786, madre del patricio Juan Pablo Duarte. Fue una mujer de gran valor que jugó un importante papel político en los sucesos que condujeron a la proclamación de la República en 1844.
Nació en El Seibo y habiéndose casado con Juan José Duarte emigró a Puerto Rico en 1801 a causa de la invasión de Toussaint Louverture. Alimentó y apoyó la formación intelectual de sus hijos e hijas, así como las ideas que originaron el nacimiento de la sociedad secreta la Trinitaria. Padeció con entereza la persecución y el allanamiento en su hogar, mientras su hijo permanecía oculto durante el proceso de conspiración que le expulsara del país.
Casó hacia 1800 con Juan José Duarte, posiblemente en Mayagüez, Puerto Rico, según supone el notable historiador Vetilio Alfau Durán. Tuvo tres hermanos: Antonio, Mariano y José Acupérnico, y ocho hijos: Vicente Celestino, Juan Pablo, Filomena, Rosa, María Francisca, Manuel, Ana María y Sandalia. Murió en Caracas el treinta y uno de diciembre de 1858.
De ella dice Alfau Durán: «El hecho solo de haber dado a la Patria y ¿por qué no? a la América, un hombre de la altura moral y política de Juan Pablo Duarte, le da pleno derecho a doña Manuela Diez a ocupar un puesto distinguido en el grupo selecto de las mujeres de la Independencia. Pero hay que consignar, en honra de la verdad histórica, que a causa del apostolado de su hijo, cual otra Dolorosa, sacrificó su patrimonio, derramó lágrimas amargas, sufrió persecuciones sin cuento hasta ser arrojada para siempre, en unión de sus hijos huérfanos, a llorar su viudez y a terminar su vida en una tierra extraña, en cuyo suelo se confundieron en lamentable y doloroso olvido sus huesos venerables…».
En La Madre de Duarte, un poema de Ramón Emilio Jiménez, éste expresa: «Manuela Diez Jiménez ¡quién ayer te dijera / que tu ser había sido por Dios predestinado / para que de él naciera el héroe inmaculado / que dio a la democracia del mundo otra bandera! / Fuiste para el Patriota como una sementera, / alma de redención, carne de apostolado, / y como barro puro que encierra oro preciado, / oro de libertad tan noble entraña era…».
Ya en 1843, debió asumir la jefatura de su hogar en conflicto por la persecución del Gobierno haitiano, al quedar viuda en noviembre de ese año. Para ese entonces Juan Pablo Duarte se encontraba en el exilio extranjero. A solicitud de este, decidió poner al servicio de la causa patriótica de los bienes familiares recién heredados del padre, lo que demuestra la firmeza de los ideales patrióticos y entrega a la causa.
El momento más jubiloso de Manuela Diez fue cuando ya independizada la patria, recibió en casa a Juan Pablo Duarte de regreso del exilio. En aquella ocasión aceptó el reclamo de Sánchez de que, no obstante el luto reciente, abrieran las puertas de la casa, repleta de gente, y se colocara una bandera en la ventana.
Murió el 31 de diciembre de 1858, en Caracas, Venezuela.