¿Cómo lograr que el duelo sea más llevadero?

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Por: Ricardo Pichardo Viñas

Psicólogo clínico. Terapeuta familiar

Hablar de muerte, lamentablemente, sigue siendo un tema tabú. En el inconsciente colectivo hay una aprensión de ventilar un suceso que es natural y que, por ley de vida, todo ser vivo va a experimentar.  El duelo puede definirse como el proceso de adaptación emocional ante la pérdida. Es ese tiempo que pasa luego de la ruptura del vínculo con el objeto o ser amado.  Es ese tiempo en el que el doliente debe aprender a vivir en un mundo donde su ser querido ya no está presente. 

Por razones sociales y culturales este proceso se va a vivir de múltiples formas que a su vez se perpetúan de generación en generación. La obligatoriedad de vestir con colores oscuros es una prueba de ello. De hecho, en algunos municipios y provincias del país se tiene establecido la cantidad de tiempo que esta vestimenta debe llevarse dependiendo de quien haya muerto. No observar esta costumbre puede devenir en conflictos familiares y ser la persona “infractora” señalada por su comunidad. 

La forma de expresar el duelo es otro tema en cuestión. En el seno mismo de la familia, hay un grupo que llora y por otro lado están los que no lloran, provocando en muchos casos discusiones en este sentido. 

Lo primero que debemos entender es que el duelo es un proceso único. Cada persona lo va a vivir de manera personal y única. Esto quiere decir que no hay 2 dolientes iguales. Cada persona lo experimentará de acuerdo a sus recursos internos y a su estilo en afrontamiento. 

Otra importante característica a destacar del duelo es que es un proceso dinámico, no es estático, ni lineal. Hay momentos de mucha tristeza, confusión, vacío, sin embargo, hay otros momentos de aceptación y paz. Es importante destacar que el duelo tampoco es una enfermedad, por lo tanto, no debe verse como algo que se tenga que curar. 

Etapas del duelo

Durante mucho tiempo varios autores han identificado etapas o fases del proceso. La más aceptada en todo el mundo es la correspondiente a la famosa psiquiatra Elizabeth Kübler-Ross quien escribió sobre estas etapas que son: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Durante mucho tiempo estas etapas rigieron o aportaron una manera de poder entender el proceso. Sin embargo, al día de hoy, muchos autores ya no hablan de estas etapas, se habla más bien de tareas.

En su libro Transitando por el Duelo de la psicóloga dominicana Rosa Mariana Brea Franco, cita al psicólogo William Worden (1991) con las tareas con las que se puede entender este proceso. Estas tareas son:

  • Aceptar la realidad de la pérdida
  • Vivir el dolor de la pérdida, es decir la tristeza, nostalgia por la ausencia del ser querido.
  • Adaptarse a vivir en nuevo ambiente en el que el ser querido no está presente, se refiere a reaprender el mundo
  • Retirar la energía emocional y reinvertirla hacia otra relación o actividad

Esta última tarea, señala Brea Franco, ha sido cuestionada hoy día porque sabemos que las personas no son ni serán nunca olvidadas. Aunque la persona rehaga su vida en caso de viudez, la experiencia será diferente pero lo vivido anteriormente es imborrable y único. 

Dificultades para elaborar el duelo:

  • Carácter repentino e inesperado de la muerte
  • Percepción de que la muerte pudiera haberse evitado
  • Vivencia traumática del proceso (ingreso, separación)
  • Imposibilidad de cuidar, acompañar y despedirse
  • Ausencia o limitación del apoyo social

A esto se le suma los estresores concurrentes como son:

  • Múltiples pérdidas que hemos sufrido: autonomía y libertad, ocio, salud, planes, empleos, identidad, compañeros, normalidad, rutinas, relaciones, seguridad. 
  • Disrupción de la rutina
  • Miedo al contagio
  • Desconfianza en las instituciones
  • Sobreexposición a información (Medios de comunicación)

Esto nos lleva a asegurar que la naturaleza traumática de la muerte más la ausencia o limitación del apoyo social equivale a un duelo de riesgo. 

Duelo frente al Covid

Con la llegada de la pandemia la vida cambio en 180 grados. En uno de los aspectos donde más lo sentimos, precisamente, es en el duelo. El confinamiento nos obligó a estar encerrados y no poder acompañar a los deudos si él es caso o a nuestro ser querido como nos hubiese gustado hacerlo. Es importante que cuando el tiempo lo permita hacer un memorial en caso de que no se pudiera velar al familiar, hacer uso de los medios electrónicos para que familiares y amigos que están en otras latitudes al menos de esta manera se puedan conectar e interactuar. Estos rituales son de gran importancia pues nos ayudan a reconocer y aceptar la pérdida. 

No todos los rituales son religiosos. Dependiendo de la convicción y las creencias de la familia se pueden realizar misas, “Hora Santa”, donde se le pide a Dios consuelo para los familiares y el descanso eterno para el fallecido. Otras religiones tienen sus formas de despedir a las personas con cultos y rezos según sus creencias. Si la persona fallecida o sus familiares no practican ninguna religión, se puede hacer un memorial donde al menos los amigos más cercanos y familiares, canten, recuerden, realicen anécdotas del difunto y esto por supuesto, propicia la celebración de la vida de esa persona.  

Recomendaciones

El tiempo es neutral. El tiempo te va a ayudar si ayudas al tiempo. Las únicas emociones que son sanadas son aquellas que son escuchadas y validadas. 

La hora del duelo, el diario del duelo. Es importante que cuente lo que pasó. Es un ejercicio en el que el doliente lleva un registro de su día a día durante el proceso de duelo. La escritura es un arma terapéutica muy poderosa que nos ayuda a sacar, a externalizar lo que sentimos. De hecho, cuando escribimos, somos más sinceros que cuando hablamos. Esta herramienta nos permitirá ver también el avance que hemos tenido. Pues, es muy probable, que los primeros escritos estén llenos de desesperanza y con el paso de un tiempo es reconfortante ver el avance que se ha tenido. 

Resolver asuntos pendientes, palabras que quedaron por decir. El perdón. 

Permitirse estar mal. 

No aislarse.

No precipitar mudanzas ni donar o regalar objetos de fallecido abruptamente. Esto lo puede hacer en el tiempo que entienda. La precipitación para sacar objetos del fallecido pudiera entorpecer el duelo.

Es recomendable hacer algunas actividades que requieran movimiento físico. Una caminata en el parque ayuda muchísimo, ponerse en contacto con la naturaleza ayuda a bajar los niveles de ansiedad. 

Ser comprensivo consigo mismo. Tenerse autocompasión, no lástima. 

Hay que dejar que los deudos hablen de lo que le pasó. De la pérdida que han tenido. Muchas veces los amigos y familiares cercanos no quieren que hablen para que no llore, entendiendo que están haciendo lo correcto. Y, es precisamente, todo lo contrario, lo que va ayudar a superar el duelo es la expresión, que el deudo se sienta escuchado

Reformular las creencias disfuncionales. Con esto nos referimos a normalizar la muerte. 

Por último, y no menos importante, lo que da mucha paz y sosiego a los deudos es la tranquilidad de poder hacer en vida algo significativo e importante para esa persona. Lo que sana realmente son los momentos compartidos, los detalles, el apoyo, la compañía, el soporte y la bendición que pudimos ser para esa persona que ya no está. No significa que no transitaremos el duelo, lo que significa es que será mucho más llevadero, pues de lo contrario el remordimiento y la culpa de lo que pudo ser y no fue nos embarga y nos roba la paz.