Como padres en ocasiones tendemos a caer en el “error” de comparar a nuestros hijos, y aunque en una maternidad y paternidad sana esto no se hace con mala intención, de igual manera afecta negativamente a nuestros hijos/a, perjudicando su propia percepción de sí mismos ante los demás.
Si en verdad queremos tener un hogar en armonía, la comparación debe quedar fuera de la casa, y es que a veces caemos en ella sin darnos cuenta. Al utilizar frases como estas:
- Aprende de tu hermano/a;
- Si te portaras como tu primo/a;
- Fíjate lo bien que lo hace tu amigo/a.
Y a estas frases agrégale el tono de comparación, pues no es lo mismo decir con cariño: “Mi niña, ven aprende con tu hermana a doblar la ropa y a colocarlas en las gavetas” a decir: “Niña aprende de tu hermana que ya sabe doblar la ropa y colocarla en la gaveta”, no es lo mismo.
Los niños/as están en una etapa de desarrollo de su identidad personal, en dónde la comparación puede provocar en ellos:
- Falta de aceptación de sí mismos e inseguridad.
- Frustraciones al exigirles expectativas demasiado altas.
- Trastornos emocionales severos; puede generar que crezcan como personas tristes, infelices e insatisfechas
- Les genera celos hacía las demás personas de su entorno.
- El/la niño/a puede interiorizar esta tendencia, causando que toda su vida se esté comparando con las personas que lo rodean, siendo insatisfechos con lo que son y hacen.
- Se pueden volver perfeccionistas extremos (una cosa es ser detallista con todo lo que realizamos y otra muy distinta es querer que todo sea perfecto, igual o mejor que la de otros, ningún extremo es bueno).
- Tienden a pensar que tienes favoritismos o preferencias con quién lo comparas, afectando así la relación parental y hasta de hermanos que suele suceder y mantenerse hasta la etapa adulta.
La lista de estas consecuencias es bastante larga, créeme. Pero quiero aprovechar también, para darte consejos útiles y prácticos que son los mejores sustitutos de la comparación:
- Resalta sus dones: Siempre es importante apoyar los talentos con los que cuentan nuestros hijos/as, y recordarles que son valiosos. Poner sus dones al servicio de los demás, especialmente de los miembros de la familia. Si lo que anhelas es que tu hijo/a saque su mayor potencial, puedes establecer objetivos y metas claras, y hasta utilizar a alguien como ejemplo, sin exigirle que debe hacerlo tan cual, como esa persona, permitirles desarrollarse individualmente.
Por ejemplo si descubres que tu niña tiene el don de cocinar, entonces entra con ella a la cocina e inventar recetas juntas y brinda a la familia resaltando quien las hizo y sobre todo con el amor que las hizo. La Idea aquí es conectar con el mundo de tus hijos y así podrás descubrir sus dones y talentos que te ayudarán a no compararlo con nadie.
- Potencializa sus capacidades: Toma en cuenta que cada niño/a tiene su propio ritmo, y, por lo tanto, necesita de tu ayuda para avanzar en esas habilidades. Busca inspirar a superarse cada día más, pero sin poner una carga tan pesada en sus hombros, como exigirles rapidez y perfección en lo que hacen.
Por último hazle saber a tus hijos que los amas tal y como son. Cada niño/a es diferente, tómate el tiempo de conocer bien a cada uno de tus hijos (si tienes más de uno) y apoyarlos a ser lo mejor de sí de manera individual.