Historias de lactancia: Laura Bathel

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Mi  experiencia con la Leche materna  inició un 15 de febrero cuando saliendo de mi cita de rutina con mi ginecóloga me iniciaron contracciones con solo 35 semanas de embarazo, a las 2:00 pm. ya había sido intervenida. Una cesárea que duró aproximadamente una hora, luego de la cual no pude ver a mi bebé.

Cuando escuché su llanto solo pude llorar, las ganas de abrazarlo, de tenerlo conmigo eran inmensas pero había nacido con problemas respiratorios por la prematuridad del parto. No pensaba más que en él y al día siguiente, casi 24 horas después de haber dado a luz, pude ir a ver a mi pequeño en una incubadora, a penas lo podía tocar. Ese momento no se parecía para nada al que había soñado que sería mi primer encuentro con el amor de mi vida.

Cuando lo vi solo pude pensar en su alimentación, por ser tan pequeño me explicaron que no podía darle el seno. Yo no sabía nada, mami  no dio lactancia exclusiva por desinformación, pocas madres que conocía lo habían hecho, pero yo fiel creyente de que todo lo que Dios crea es perfecto tomé la decisión de amamantar inmediatamente lo vi.

Llamé a mi cuñada de España, su pediatra que era pro lactancia me explicó que debía estimularme inmediatamente. Mi esposo que ha sido para mí un soporte en esta decisión fue inmediatamente a una farmacia y compró un extractor manual con el que pude hacerme pezón y sacar las primeras gotitas de amor para mi bebé,  las cuales aguardaron hasta que él pudiera tomar el biberón.

Me retiré del hospital con lágrimas en los ojos dejándolo a él y tratando de ser fuerte porque sabía que la depresión retrasaba la producción y era momento de sonreír por mi bebé.

Pasó una semana, en ese tiempo una buena amiga me prestó su extractor eléctrico a lo que llegaba el que compré por internet, ya que por la frecuencia de extracción el manual no era el apropiado.

Recuerdo como hoy la primera vez que sostuve mi pequeño; 7 días después de haber dado a luz, lo tuve en mis brazos y pude darle de comer con la ayuda de las enfermeras. Desde ese momento supe que amamantar era un regalo de Dios no solo para él, sino una experiencia divina para una madre, un te amo sin palabras, una bendición.

Hoy cumplimos ya 5 meses de lactancia exclusiva, logramos recolectar 400 onzas antes de mi regreso al trabajo y regularmente me extraigo para mantener la producción.

Mi pequeño Fremio tiene ya casi 15 libras (El peso de un niño nacido a término), nunca se nos ha enfermado de nada y sobre todo es un bebé totalmente feliz, que nos regala una sonrisa cada vez que puede y del que estoy totalmente enamorada.

Amamantar a mi bebé fue la mejor decisión de mi vida, es una experiencia que toda madre merece vivir y que para hacerlo es necesario no solo voluntad, sino mantenerse informada para disipar los mitos que existen en torno al tema.

laura bathel